martes, 10 de agosto de 2010

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Filología hispánica

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La filología hispánica o Letras hispánicas es la rama de la filología que se ocupa del estudio de la lengua española y su literatura, y en ocasiones de las demás lenguas y literaturas de España, en particular en las universidades donde no existe una carrera de filología específica para estas lenguas. Actualmente esta carrera se imparte en todos los países de habla hispana, en todos aquellos en los que hay una academia de la lengua y en muchos otros que la imparten en sus universidades atendiendo a la importancia de la lengua y a su demanda por parte del alumnado: la mayoría de países de la UE, Estados Unidos, Filipinas, Corea del Sur, Japón, etc. De la difusión y enseñanza internacional de la lengua española se encarga el Instituto Cervantes mientras que la finalidad de la Filología Hispánica es la de estudiar la estructura e historia de la lengua, así como las obras literarias producidas en español.
En España, es una titulación de primer y segundo ciclo, perteneciente al área de humanidades. Las enseñanzas conducentes a la obtención del título oficial de Licenciado en Filología Hispánica enseñan una formación en filología general y un especial énfasis en todo lo que tenga que ver con la lengua española en todos los ámbitos: lingüístico, literario y cultural propios de la lengua española.

la filosofia griega

La filosofía griega es un periodo de la historia de la filosofía comprendido aproximadamente,entre el surgimiento de la filosofía occidental en el periodo presocrático (siglo VI a. C.) y la filosofía helenística, que finalizaría, según la fecha convencionalmente aceptada, en el año 30 a. C.. En ocasiones se denomina filosofía clásica o filosofía antigua, si bien ese período podría incluir también el pensamiento romano.

Contexto histórico

La sociedad griega presentaba características peculiares. Una estructura política basada en la polis, una religión politeísta carente de jerarquía y ortodoxia, una clase social emprendedora, dedicada al comercio y al ocio y con amplios contactos con otras culturas del Mediterráneo, así como una desarrollada curiosidad. La unión de estos elementos, junto a un supuesto genio griego propició la aparición de nuevas explicaciones sobre la naturaleza y el ser humano, hasta entonces solamente aclaradas por los mitos y las tradiciones. La expansión de la cultura griega durante el helenismo, su absorción por el Imperio romano, la posterior relación con el cristianismo y su definitiva recuperación en el siglo XIII gracias a traductores como Averroes, así como el interés que durante el Renacimiento se profesó a este conjunto de pensadores, contribuyeron a que la Filosofía griega se continuara estudiando, y a que se convirtiera en uno de los pilares de la cultura occidental.

 Etapas

[ Presocráticos: el período cosmopólito

Artículo principal: Filosofía presocrática
La filosofía griega surgió a partir de las primeras reflexiones de los presocráticos, centradas en la naturaleza, teniendo como base el pensamiento racional o logos. El objetivo de los filósofos presocráticos era encontrar el arjé, o elemento primero de todas las cosas, origen, sustrato y causa de la realidad o cosmos. La búsqueda de una sustancia permanente frente al cambio, de la esencia frente a la apariencia, de lo universal frente a lo particular será lo que sentaría las bases de las posteriores explicaciones filosóficas.
Los primeros filósofos de este período fueron monistas, en tantos buscaban un único principio o fundamento material de la realidad. Para Tales de Mileto, el primer filósofo según Aristóteles,[1] el agua era esta "materia primordial", basado en el descubrimiento de fósiles de animales marinos tierra adentro[2] y en que el agua es fundamental para la nutrición y el crecimiento de cualquier ser vivo.[1] Anaximandro, por su parte, consideró que era lo ilimitado o indeterminado (ápeiron), a partir de lo cual se van produciendo los opuestos de la naturaleza (en primer lugar lo frío y lo caliente),[1] [2] mientras que para Anaxímenes la materia primordial era el aire,[2] un principio neutral como el ápeiron pero sin carecer de propiedades.[1]
Por otra parte, Pitágoras sostuvo la tesis de que "todas las cosas son números", lo que significa que la esencia y estructura de todas las cosas puede ser determinada encontrando las relaciones numéricas que expresan.[2] Pitágoras se inscribió además en la tradición ófica y sostuvo la novedosa idea de la inmortalidad del alma y de la posibilidad de la transmigración del alma humana después de su muerte a otras formas animales.[1]
Dos grandes presocráticos, iniciadores de la tradición metafísica occidental, fueron Heráclito y Parménides. Heráclito dio cuenta del devenir sensible del universo y postuló la razón (Logos) como principio regulador de este devenir, por cuanto unifica los opuestos. La realidad está en perpetuo cambio, cada opuesto tiende hacia su contrario, en un proceso con orden y medida, según el Logos. Al modo de sus predecesores, concibió al fuego "siempre vivo" como principio o fundamento del universo, aunque entendiéndolo como una imagen del perpetuo devenir, más que como elemento material constitutivo de todas las cosas.[2]
Por el contrario, para Parménides la realidad es una e inmutable. Existe el Ser, mientras que no existe el no-ser. Establecido esto, el cambio o devenir resulta imposible si no existe el no-Ser (cuya imposibilidad es lógica).[2] Sus argumentos a favor de esta tesis fueron retomados por Platón para justificar su división de la realidad en dos ámbitos: el ámbito ilusorio del cambio y el ámbito real de la permanencia. También Aristóteles rescatará de sus argumentos los tres principios fundamentales de la lógica, el arte de los razonamientos. Parménides entendía la razón como la facultad humana de pensar o razonar,[1] medio para descubrir las propiedades esenciales del Ser (que es uno, inmutable, indivisible, increado, imperecedero, homogéneo), a diferencia de Heráclito que la concebía como orden del universo. Si este último se valía de los sentidos para afirmar cómo es la realidad, para Parménides confiar en ellos nos conduce por la vía del engaño y del error, la vía de la opinión (doxa).[1] Lo que verdaderamente es (el Ser) y cómo es, sólo nos puede ser revelado por medio de la razón.[2]
Posteriormente, algunos filósofos comenzaron a buscar más de un fundamento de la realidad.[2] Entre estos filósofos pluralistas se destacó Empédocles. Éste fundó la doctrina de los cuatro elementos, que perdurará en la filosofía de la naturaleza hasta el siglo XVIII: agua, fuego, tierra y aire, a partir de los cuales los principios movientes "amor" y "odio" componen todas las cosas. El pluralista Anaxágoras, por su parte, sostuvo que todo está compuesto de diminutas partes (homeomerías), ordenadas por una inteligencia (Nôus).
Los atomistas constituyeron la escuela pluralista más importante, con gran influencia en la física post-aristotélica. Sus fundadores, Leucipo y Demócrito, concibieron la realidad compuesta de dos tipos de espacios: uno vacío y una lleno (la materia). Este último está compuesto de átomos, que, como su nombre lo indica, son partículas indivisibles. Todas las cosas visibles están compuestas de átomos unidos entre sí debido a sus distintas formas (esferas o garfios). Pero estas uniones no se producen sino al chocar según movimientos azarosos en el espacio vacío.[2]

Período antropológico

Artículos principales: Sofística y Sócrates
La escuela sofística primero, y Sócrates después, centrarán sus reflexiones en la ética y la política, así como en la naturaleza del lenguaje, las normas, las leyes y la sociedad. Su interés se separa de la cosmología para centrarse en los asuntos humanos.

 Período ontológico

Artículos principales: Platón y Aristóteles
La aparición de grandes pensadores sistemáticos (como Platón y Aristóteles) supondrá la consagración de las primeras grandes concepciones filosóficas, que incluirán una pluralidad de temas, desde la cosmología hasta la política, pasando por la antropología o la ética.

 Período helenístico

Artículo principal: Filosofía helenística
Suelen incluirse en esta etapa a las diferentes escuelas posteriores, como los peripatéticos, los escépticos, los cínicos, los epicúreos y los estoicos, todos ellos preocupados por cuestiones fundamentalmente éticas.




 

ARISTOTELES





DIOGENES








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